Hasta que seamos éticos en todos los campos, el país crecerá



El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ)  filtró documentos en los que se acusa a varios empresarios de actos de corrupción, mediante la utilización de testaferros y de una firma de abogados de Panamá, entre los que figuran los nombres de salvadoreños: José Roberto Dutriz, presidente de La Prensa Gráfica; Fabricio Altamirano, presidente de El Diario de Hoy, y Juan José Daboub, exministro de la administración de Francisco Flores, entre otros.
La empresa señalada de estos actos en Panamá es el despacho de abogados Mossack Fonseca, que es considerada la mayor plataforma de testaferros de América Latina. Ya otros países han vivido estos procesos, como en Guatemala, en donde hay más de mil implicados en el caso de “La Línea”.
Algo positivo en la actual coyuntura es que vemos que cada vez son menos intocables los presidentes y funcionarios, porque se juzgan e investigan, no como antes cuando era impensable el que siquiera fueran señalados.
 “Los papeles de Panamá” es una investigación en la que se expone la industria de las firmas “offshore” que los millonarios del mundo emplean para esconder sus activos y así eludir el pago de impuestos locales, mediante sociedades de fachada creadas en otras latitudes. Pero no hay que ir lejos para ello: la historia nos expone cómo múltiples gánsteres y políticos corruptos utilizaron a la Cuba precastrista para ello, así como los bancos de Islas Caimán, las Bahamas y Suiza, entre muchos más. Es una práctica vieja.
Lo que sorprende en este caso es el señalamiento de personajes con nombre y apellido que figuran en nuestra sociedad. “La investigación expone a una serie de personajes que empezaron las compañías offshore para facilitar mordidas, acuerdos armamentísticos, evasión fiscal, fraude fiscal y tráfico de drogas”, anuncia la página de la ICIJ. La corrupción, la mentira, lo incorrecto son el cáncer de nuestra sociedad.
El egoísmo y el deseo de ser más que los otros a costa de principios y la vida de otras personas van deteriorando tanto nuestro sistema que al final no hay esperanza de cambio, porque todos son corruptos, ineficientes e ineficaces, porque solo buscan su beneficio y no el de la mayoría, se enfocan en el ganar-perder, pero ganan ellos y pierden los otros. Olvidan que al enfocarnos en el ganar-ganar el crecimiento es mayor y sostenible.
La práctica de utilizar prestanombres es tanto habitual como incorrecta, tanto así que se encuentra tipificado como un delito. Sin embargo, múltiples figuras lo hacen en El Salvador. Consideran que son muy astutos y que así se enriquecen o sobreviven. Los testaferros existen en todas las clases sociales, pero algo tienen en común: son corruptos. Sin importar las cifras que manejen, en tanto hagan algo incorrecto, están al margen de la ley.
Obviamente, tenemos que ceñirnos a las reglas del juego de la economía porque tiene un sistema que permite la funcionalidad de todo el país. Tenemos que ser coherentes y declarar nuestros impuestos, no mentir en cuanto a nuestras ganancias, así como sobre el número de empresas que tenemos o el poder e incidencia en diferentes organizaciones para mantener el control que el Estado necesita para sostenerse y a su vez mantener a la sociedad, por ello tenemos impuestos que pagar y responsabilidades, porque el Estado requiere de fondos, y la principal forma es a través de nuestros impuestos.
Por esto se debe de ser honesto para no dejar cojeando todo el sistema. Todo es un sistema de control y el que se sale pierde o hace perder a los demás.
Si bien el simple hecho de robar el papel higiénico o una resma de papel que pertenece al Estado o a la empresa en que laboramos es una muestra de falta de ética, además de un robo (sin importar el monto), al ser mayor la cuantía también es más grave el delito. Es penoso que nuestra sociedad se haya adaptado a ello y que muchos se hayan enriquecido aprovechándose de testaferros o ejerciendo acciones deshonestas y criminales.
Lo peor del asunto es que sectores de la población que no están involucrados en casos de corrupción y pelean por imponer una nueva ética, consideran que la moral es algo inadecuado y vetusto. Los valores ayudan a que la sociedad sobreviva y avance, si se crean nuevos valores deben enfocarse al crecimiento de la sociedad, no a su declive.
 Algo así como lo manifiesta Max Weber en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”: La gente se somete a un planteamiento en que ser pobre es bueno y ser rico es malo, cuando lo importante del asunto es qué tan correcto es el individuo. Los códigos morales son indispensables para que la civilización exista. Entre más se pierdan, más veremos casos como el de “Los papeles de Panamá”, y problemas como las maras y pandillas en nuestro país.

Es necesario volver a ensañar valores.


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