¿Mayor consumo menos pobreza?
Para dejar la pobreza debemos consumir, dicen algunos que
seguramente no tienen idea de lo que implica vivir con un salario mínimo o con
la incertidumbre de un salario.
La gente además de comer desea tener posesiones, es algo
normal. El problema comienza cuando poseer algo va en detrimento de nuestra
economía o de nuestra situación legal. La lamentable noción de la ideología capitalista
es la principal instigadora de esta afirmación y considera que para poder sacar
de la pobreza a la gente se debe convertir en consumidora.
Sin embargo, la realidad salvadoreña nos demuestra que sucede
lo contrario. La gente al ser consumidores se empobrecen, se endeudan y
destruyen su futuro. El ejemplo que nos dan las naciones industrializadas, como
sucede en los denominados países desarrollados (Inglaterra, EEUU y otros) no es
la misma situación que vivimos los que habitamos en América Latina, particularmente
en Centroamérica donde la pobreza es la firme herencia de gobiernos
totalitarios y represivos que mermaría la educación y el desarrollo como si
hubieran apostado que nuestras naciones continuarían en el limbo económico.
En tanto, la situación de la pobreza nos golpea con más
fuerza porque al pretender que debemos de consumir más vamos a salir de la
pobreza. Para consumir se debe tener capital, sin este lo que se hace es
limitar el presupuesto que se tenga para vivir.
Lo más triste del asunto es que esta posición neoliberal es
aplaudida y puesta en práctica en los gobiernos que tienen esta
representatividad y lo han hecho por las últimas décadas. Tanto es el dogma de
fe que se está convencido de que así mejorará la economía. Como sucedió con la
dolarización en el país, había que gastar más y se puso al colón en un redondeo
para sacarle ganancia al dólar, lo que terminó empobreciendo aún más a
diferentes sectores. Un dólar tiene el costo de 8.75 colones. Lo que antes
costaba 5.00 colones costaba un dólar y poco a poco lo que valía un colón pasó
a valer un dólar.
En los tiempos en que teníamos el colón había una percepción
de que se gastaba menos para comer, pero gracias a la “brillante” idea del
expresidente Francisco Flores Pérez, que ahora guarda arresto domiciliario (QDDG),
debemos de vivir con el dólar y con una realidad completamente distinta en la
que el dinero sencillamente no alcanza. ¿Acaso esta gente que comenzó a gastar
más, a consumir más, mejoró? No, las deudas fueron creciendo gracias a las
ansias de tener en el momento, por el deseo de consumir aunque no se tenga que
son muy apoyadas por la ideología neoliberal.
Vivir en una sociedad de consumo con los escasos salarios
que ganamos en este país solo trae tristeza, desesperanza, delincuencia y pobreza.
En tanto a pesar de esto los salvadoreños sobreviven. Es como si el ansia
desbocada de tener solo conlleva a mayores problemas. No es malo desear algo,
lo malo es el método que se utilice para ellos. La gente llega a perder su
patrimonio por un televisor pantalla plana de plasma. Dejan de comer por tener
los zapatos que quieren, llegan algunos a delinquir para tener una mayor
capacidad adquisitiva.
Nuestra sociedad olvidó el valor real del dinero y lo que en
verdad importa, se olvidó de la civilidad y de la moral para darle paso a esta
sociedad que se desmorona a pedazos porque se debe generar una política de
consumo, dicen las grandes empresas creyendo aún en la teoría del rebalse:
Familias destruidas, amistades perdidas, empobrecimiento severo, delincuencia y
violencia.
Ser consumidores progresivos sería óptimo si tuviéramos los
recursos justos por nuestro trabajo sin tener que sufrir por la inflación o el
aumento de los impuestos, la escasez y el acaparamiento. Pero la realidad no es
así, la gran mayoría de personas no tienen la capacidad de cumplir con sus
necesidades y las de su grupo familiar.
Es seguro que una de las cosas que se pueden hacer es
enseñar cómo gastar el dinero, sobrevivir con lo poco que se tiene como una
medida paliativa, olvidarse de las cosas que se deban comprar a plazos o con
tarjetas de crédito, de los préstamos. El problema es que la vida sigue, los
mensajes continúan en los medios de comunicación y la gente quiere mejores y
más cosas.
¿Qué hacer entonces? En principio debemos darnos cuenta que
consumir deliberadamente no es la solución a la pobreza, sino una de las causas.
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